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26-10-2008 |
J. M. Martín Medem*
En Cuba no se puede democratizar lo que se acabó
Raúl no puede perfeccionar el socialismo porque en la isla no lo hay: el autoritarismo de Fidel impidió el establecimiento de un socialismo cubano. Además Raúl ha demostrado que no quiere recuperar el proyecto de democratización del socialismo porque mantiene en la marginación a los sectores del Partido Comunista que desde hace quince años proponen la descentralización, la democratización y la participación popular para un socialismo de verdad.
Lo que parece que quiere y puede hacer con la vieja guardia de la Revolución y sus generales, es garantizar la soberanía nacional para un país económicamente sostenible en una auténtica integración de América Latina que se prepare para la apertura política que administrarían los dirigentes de la nueva generación designados por el raulismo.
En tres o cuatro años el Gobierno de Cuba habrá renunciado definitivamente al socialismo para intentar defender por lo menos lo que Fidel consiguió: convertir una isla en una nación. El interés de Estados Unidos por el petróleo cubano del Golfo de México puede desmontar el bloqueo sin condiciones pero Cuba se enfrentará con la peor amenaza, no sólo para cualquier recuperación del socialismo sino para su derecho a ser una nación independiente. Los poderes que han inventado el cambio de Barack Obama para reconducir el dominio de Estados Unidos en la crisis del siglo XXI preparan el escarmiento más eficaz contra la Revolución cubana: sacarla del aislamiento para envenenarla con la contaminación económica y cultural.
Raúl sin Castro
Raúl Castro anunció una reforma agraria que convierte a la alimentación en la base de la seguridad nacional. Y una reforma económica que recupere la dignidad del salario como autodeterminación personal entre la planificación del Estado y la distribución del mercado.
Aplazó la formación de su primer gobierno (y la reforma de la Administración del Estado) hasta después de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Recompone las relaciones internacionales hacia China y Brasil por si Hugo Chávez se cae o lo tiran. Ha convocado el Congreso del Partido Comunista en función de lo que los poderes le obliguen a hacer al próximo presidente estadounidense. Y ha anunciado su primer viaje como presidente de Cuba en diciembre a Brasil. En la Asamblea Nacional del Poder Popular aseguró que consultaría todo lo importante con Fidel pero también advirtió que haría todo lo necesario aunque tenga que recurrir a la voluntad popular mediante un referendum nacional.
Desde hace dos años el Comandante se desvanece y, si es cierto que está de acuerdo con todo lo que Raúl decide, entonces ha perdido definitivamente la cabeza. Y si no está de acuerdo, se confirma que ha perdido definitivamente el poder. El homenaje del 26 de julio con el discurso más fidelista de Raúl no es una buena señal para el avance de las reformas aunque puede ser sólo el penúltimo recuerdo para quien se merece todo el respeto en su sufrimiento de enfermo y anciano. Mientras Raúl anunciaba malas noticias como consecuencia de la repercusión en Cuba de la crisis mundial, Fidel se dedicaba a celebrar la gloriosa amistad de la Revolución cubana con esa supuesta experiencia del socialismo que enloquece a Corea del Norte.
No es socialismo pero puede ser Cuba
No se puede perfeccionar lo que no se ha conseguido y la advertencia que Fidel hizo sobre la posibilidad del desmerengamiento del socialismo en Cuba debería referirse precisamente a lo que ahora debe hacerse para corregir las barbaridades del Comandante. Ha sido el protagonista más importante de la historia de Cuba y una referencia también histórica para América Latina y el Tercer Mundo, pero no hay una cabeza que aguante cincuenta años de poder absoluto.
Raúl no puede perfeccionar el socialismo porque no hay socialismo en Cuba. No es socialismo el gobierno de una voluntad personal por muy extraordinaria que parezca. No es socialismo la paralización del Partido Comunista durante once años sin la realización de su correspondiente Congreso. No es socialismo la dependencia del Estado para controlar a quienes se ha enseñado a pensar pero pretendiendo que piensen sólo como se les orienta. No es socialismo la libreta de racionamiento cuando provoca desigualdades aunque para el 40 por ciento de los cubanos resulte imprescindible. No es socialismo el de un Partido Comunista controlado por unas Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que ni fueron ni son socialistas. No era socialismo la dolarización como tampoco lo es al contrario. No es socialismo lo que se considera irrevocable por imposición del Comandante. No es socialismo el sistema que convierte la información en mala propaganda y la cultura en capricho de la burocracia. No es socialismo el poder económico de las FAR. No es socialismo lo que representa Machadito para las necesidades de Cuba en el siglo XXI.
Cuando nombraron primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Gobierno a José Ramón Machado Ventura, los servicios de inteligencia habían filtrado a los gobiernos más interesados que el poder de la Vieja Guardia no era para impedir las reformas sino precisamente para facilitarlas porque sólo a los dinosaurios y a los generales no les podían acusar de traicionar a la Revolución y al Abuelo. Como me dijo uno de los colaboradores de Raúl,"es mejor tener a Machadito comprometido con las reformas en el Consejo de Estado que jodiendo desde el Partido Comunista con una dificultad ideológica para cada cambio".
En cinco años, el petróleo, el níquel, el turismo, de nuevo el azúcar, la biotecnología, las remesas y la agricultura pueden convertir a Cuba en otro país, combinando la planificación, el mercado y la iniciativa personal en una economía vinculada con la integración de América Latina y conservando la protección social de los más vulnerables. La Unión Europea sabe que si no rectifica su posición común tendrá que correr detrás de Estados Unidos cuando Washington desmonte el bloqueo como corrió para endurecerlo con la política de Aznar. Raúl tiene poco tiempo. Sólo hasta el segundo semestre del año que viene, cuando se reúna el Congreso del Partido Comunista con un nuevo presidente en Estados Unidos. Raúl no puede democratizar el socialismo porque no queda socialismo en la isla: Fidel, Raúl y los machaditos lo acabaron. Pero puede democratizar a Cuba, empezando por la economía, para garantizar definitivamente su soberanía nacional. No sería poco.
LA HORA DE LOS MAMEYES
Todo lo que está haciendo Raúl Castro lo proponía hace ocho años Luis Suárez Salazar en su libro El Siglo XXI: posibilidades y desafíos para la Revolución Cubana, publicado por la Editorial de Ciencias Sociales en La Habana (2000): • La disposición para negociar con Estados Unidos. Suárez recomendaba "una permanente disposición del gobierno cubano para negociar todos los asuntos pendientes en la agenda bilateral sobre la base del respeto mutuo". • El fortalecimiento de la institucionalidad. Proponía Suárez "la construcción de una fuerte institucionalidad popular, democrática, representativa y participativa, acatada y respetada por todos". • La reforma agraria. Suárez denunciaba que no se utilizaba la mitad de las mejores tierras y advertía sobre la necesidad de "garantizar la seguridad alimentaria". Señalaba "la ineficacia de los mecanismos estatales de acopio y comercialización" y proponía "descentralización y socialización", desarrollando "otras formas de propiedad autogestionarias, comunitarias y cooperativas". • La recuperación de la dignidad del salario. Destacaba Suárez que "sólo la mitad de la población cubana puede satisfacer sus consumos básicos por vías vinculadas de manera directa o indirecta al trabajo" y proponía "favorecer el autoempleo y el trabajo familiar hacia el desprovisto mercado interno", realizando "reformas económicas que no cuestionen la continuidad del sistema y del liderazgo político".
Luis Suárez dirigió el Centro de Estudios sobre América, colectivo de pensamiento dependiente del Comité Central del PCC que condensó el mejor esfuerzo intelectual para la democratización del socialismo cubano. Los descojonaron en 1996 por las presiones (¡Machadito,claro!) de la burocracia de los dinosaurios y Raúl Castro les acusó entonces de ser "servidores de Estados Unidos en su política de fomentar el quintacolumnismo". El nuevo presidente de Cuba les debe por lo menos una disculpa y su reconocimiento a los compañeros del CEA, representantes de lo que significa la auténtica izquierda del PCC.
En su libro (nunca prohibido pero siempre escondido), Luis Suárez propone además lo que no hará el Congreso del PCC anunciado para el segundo semestre del año que viene: "Edificar una democracia popular, representativa y sobre todo participativa, mediante transformaciones radicales con un gran aliento libertario". Democratizar lo poco que queda del socialismo cubano sería la mejor defensa contra la política de contaminación de Obama. La isla está en la hora de los mameyes, que en cubano significa el momento crucial, la hora de la verdad.
USTED ES CULPABLE
Raúl ha dicho que el socialismo es igualdad de oportunidades pero no de salarios: ha recordado que cada uno debe recibir lo que merezca por la cantidad y calidad de su trabajo. Ha orientado repartir tierras a campesinos y cooperativas porque la mitad está sin cultivar y lo estatal no produce los alimentos necesarios que se están comprando en Estados Unidos. Ha anunciado que se modificará el sistema de abastecimiento por la libreta porque provoca desigualdades, pero garantizando que todos tendrán lo imprescindible. Ha mejorado el transporte en La Habana y se ha puesto pa la vivienda. Está cambiando el sistema de protección de la salud hasta ahora basado en el médico de la familia y les ha ofrecido a los maestros jubilados añadir un salario a sus pensiones para que ayuden a los emergentes inexpertos. Y ha convocado por fin el Congreso del PCC (con seis años de retraso) mientras refresca a los cubanos sin batalla de ideas ni marchas del pueblo combatiente ni patria o muerte.
¿Recuerdan ustedes quien mandaba hasta hace dos años? ¿No es suya la responsabilidad del socialismo de pacotilla, la desviación de recursos del Estado como consecuencia de que ellos hacen como que nos pagan y nosotros como que trabajamos, el autoritarismo que descojonó a la Revolución y al PCC, la necesidad de importar el 80 por ciento de los alimentos porque no hemos hecho la Revolución para que los guajiros se enriquezcan vendiendo mangos, que le corresponda lo mismo por la libreta a Chucho Valdés y a la abuela con una pensión de cien pesos y que sean peores la educación y la sanidad como consecuencia de las improvisaciones del Comandante? Los funcionarios del Centro de Prensa Internacional les piden a los corresponsales en La Habana que no jodan a Fidel ahora que está viejo y enfermo. Me parece bien. Vamos a respetarlo.¡Se lo merece! Pero que se calle.
SIN OPOSICIÓN
La oposición interna en Cuba (que en su mayoría depende del marcapasos político y económico de la Administración Bush) permanece dividida, desacreditada y penetrada por la Seguridad del Estado. Sólo podrían alcanzar una considerable credibilidad el Arco Progresista (que agrupa a la disidencia socialdemócrata) y Cambio Cubano (el grupo de Eloy Gutiérrez Menoyo) que se oponen al bloqueo del Gobierno estadounidense. Los respetan pero los controlan: pueden ser la oposición imprescindible para la apertura o aliados sin remedio del socialismo reformista.
La Administración Bush está paralizada frente al nuevo escenario en la isla y para Cuba lo importante ahora es el resultado de las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. La presión de Washington no consiguió impedir que la UE aceptara la iniciativa del Gobierno español para cancelar las sanciones diplomáticas de 2003 que estaban suspendidas desde 2005. En las encuestas realizadas en EE UU (incluyendo las de Miami), la mayoría prefiere normalizar las relaciones con Cuba. Las de noviembre pueden ser las elecciones que acaben con la influencia de la mafia anticastrista.
En América Latina, sólo los Gobiernos de Colombia, Costa Rica, El Salvador y Perú secundan la política revanchista de la Administración Bush (¡'el escarmiento'!) contra Cuba. Raúl ha añadido las buenas relaciones con Brasil a la alianza de Fidel con Venezuela y México establece una nueva cordialidad con La Habana. La integración latinoamericana es por primera vez para la isla una plataforma de seguridad regional.
*J. M. Martín Medem es periodista, autor de ¿Por qué no me enseñaste cómo se vive sin ti? / Diario de un corresponsal de TVE en Cuba (El Viejo Topo, 2005) y Cuba: la hora de los mameyes (Los Libros de la Catarata, 2008). Este artículo ha sido publicado originalmente en la versión impresa de la Revista Pueblos número 34, Septiembre de 2008.
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